El Conejo
A la brasa, a la cazadora... el conejo es una carne muy apreciada en España por su sabor y por bajo contenido calórico, aunque a algunos países les horroriza pensar ue aquí nos comemos a los “primos” de Bugs Bunny.
Contrariamente a lo que mucha gente cree, el conejo no es un roedor, sino un lepórido, una familia de animales a la que también pertenece la liebre.
Las primeras constancias escritas de su existencia en Europa son del tiempo de los fenicios, aproximadamente en el año 1000 a.C., cuando a la Península Ibérica se la llamaba “i-shephan-im”, que significa “Tierra de los conejos”.
El conejo simboliza la fertilidad –por su gran capacidad reproductiva- y también la Pascua, ya que ésta suele coincidir con la primavera, la época más fecunda de la naturaleza.
Domesticados en Europa desde la Edad Media, los conejos se destinan al consumo humano y también a la elaboración de prendas y complementos con su piel. Son también buenos productores de abono y su orina contiene gran cantidad de nitrógeno, lo que hace que, por ejemplo, los frutales aumenten su productividad. La leche de conejo tiene también propiedades medicinales y nutritivas. Porque es rica en proteínas.
El conejo que llega a nuestros puntos de venta puede ser silvestre (del monte o del campo), aunque, generalmente, el que consumimos está criado en granjas. La carne de éste suele tener más grasa y ser más tierna y de color más rosáceo que la del conejo silvestre. Por el contrario, la carne del animal que se ha criado en libertad es más seca, pero tiene mayor sabor, debido a que se suele alimentar de hierbas aromáticas que crecen en los montes. El conejo de granja lo encontrarás en el mercado durante todo el año, pero el silvestre, sólo en otoño e invierno, durante la temporada de caza. Elige piezas que no sean muy jóvenes, ni muy viejas. Sabrás si un conejo es joven si, al palpar las articulaciones de sus patas delanteras, notas que hay una pieza que se mueve. La carne fresca de conejo presenta un aspecto rosado y sus patas son flexibles.
Propiedades
La carne del conejo es muy baja en calorías y, además, tiene mucho menos ácido úrico que la carne roja, por lo que es muy apropiada en dietas de adelgazamiento y para evitar el colesterol o la gota. Tampoco tiene demasiado sodio, así que es ideal para los hipertensos. Como contrapartida, el conejo puede ser duro de masticar y de digestión complicada.
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