Cigalas

De sabor suave y delicado, las cigalas esconden un bocado de lo más sugerente bajo su duro caparazón.

Lo primero que hay que saber para comprar cigalas es cómo distinguirlas de otros crustáceos: su cuerpo es alargado, de unos 20 cm de largo, y tiene un caparazón duro y de color rosado con franjas rojas o blancas. En la cabeza, la cigala tiene unas grandes pinzas espinosas y unos saltones ojos negros.

Aunque la puedes encontrar congelada, es recomendable comprarla fresca, ya que se trata e uno de los mariscos que más sabor pierde al congelarse.

En el punto de venta, fíjate en que estén bien frescas, comprobando que su caparazón sea rosáceo y resistente; sus ojos brillantes y su olor recuerde al mar del que proceden. También es importante que tengan todas sus patas y pinzas y que éstas estén bien sujetas al cuerpo. Si te decides por las congeladas, busca su procedencia en la etiqueta, pues las más sabrosas son las del Atlántico. En casa, debes consumirlas lo antes posible, ya que es peligroso comer marisco que no esté en perfecto estado.

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